Los
satélites del tiempo son imprescindibles cuando se trata de calcular el camino
que tomará un huracán.
Los
meteorólogos dependen de las imágenes que toman los satélites, así como de los
datos que se recogen en vuelos de aviones especializados.
Los
satélites climatológicos utilizan distintos sensores para recoger toda la
información que necesitan sobre un huracán.
Según la
web científica How Stuff Works, desde el espacio hacen un seguimiento a las
nubes visibles, los patrones de circulación del aire, la lluvia, la velocidad
del viento y las precipitaciones.
Tienen
sensores infrarrojos para detectar las diferencias de temperatura en una
tormenta, así como la altura a la que se encuentran las nubes.
También se
envían aviones especializados para que analicen distintos factores
meteorológicos.
Este
trabajo empieza mucho antes de que se forme un huracán.
Los
meteorólogos se fijan primero en las tormentas que pueden potencialmente
convertirse en huracanes.
Y una vez
que observan que se están convirtiendo en una tormenta, con vientos sostenidos
de 120 km por hora, empiezan a usar modelos de rastreo.
Los datos
que se obtienen a partir de estos modelos computarizados también se utilizan
para trazar la ruta del huracán y definir su posible grado de intensidad.
Pero a
pesar de toda la ayuda tecnológica y de lo mucho que se han estudiado estos
fenómenos meteorológicos, todavía es difícil predecir con 100% de exactitud la
ruta que tendrá una tormenta.
Esto se
debe, según los expertos, a que los huracanes pueden bajar repentinamente su
intensidad de maneras que la ciencia todavía no termina de entender.
Según la
unidad de meteorología de la BBC, cuando se trata del clima las variables en
juego son tan numerosas y cambiantes que hablar de exactitud es prácticamente
imposible, por más avanzados que estén los cálculos y las computadoras.
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